Fics Spanish HP Fakes

La nieve caía y el viento golpeaba las ventanas con fuerza, su sonido se escuchaba fuera. Parecía una voz amenazante y cruel... Tenía miedo, pero no estaba sóla. La tormenta se escuchaba en la lejanía y me tapaba los oídos con fuerza para no escucharlo. Pero no podía seguir allí sóla...
Me abracé a mi peluche y salí de mi habitación a toda prisa. Corrí por los pasillos evitando mirar hacia atrás y bajé al salón.
Mi madre leía tranquilamente frente a la chimenea; me detuve a mirarla unos instantes en el umbral de la puerta, con una sonrisa y mi peluche en los brazos. Con sólo verla, mis miedos se alejaban. Un mágico halo la rodeaba y una corona invisible la convertía en reina. La titubeante luz del fuego se reflejaba en ella y una tenue sonrisa se dibujaba en sus labios. Me acerqué a ella despacio para no interrumpir su lectura, pero en realidad, quería que me abrazara y me protegiera. Giró su rostro, mis pasos me delataron: -Alhena, ¿qué te pasa, cielo?- Caminé hasta ella y abrió sus brazos invitándome a sentarme sobre sus rodillas -Me he despertado... la tormenta no me deja dormir...-
Acarició mi mejilla apartándome un mechón de cabello y dejó escapar una cantarina risa: -¿Tienes miedo, pequeña?
No dije nada, solo asentí con la cabeza, me avergonzaba... -No tengas miedo, Alhena. La tormenta no nos hace daño-
Escuchaba sus palabras en silencio, pero yo quería quedarme a su lado: -Mamá, ¿me cuentas un cuento?- Me sonrió, y algo en mi interior me hizo sentir segura. Sentí que estando a su lado no correría ningún peligro.
-¿Qué quieres que te cuente, mi niña?- Me quedé pensativa un rato, pero cualquier cosa valdría para calmar mis miedos con tal de escuchar su voz: -Lo que quieras.
Me recostó en su regazo y llevó mi cabeza hacia su pecho. La abracé sintiendo su calor y su maternal protección.
-Siempre que tengas miedo escucha el sonido de tu corazón- Escuché sus palabras en silencio y la música acompasada de su latido: -y, ¿cómo puedo escuchar mi corazón?- Sus manos acariciaron mi pelo: -Mientras yo esté a tu lado, podrás escuchar el mío, pero si algún día no estoy, un reloj te regalará la misma música...-
No pude entender muy bien esas palabras, pero no la dije nada y siguió hablando: -El tic- tac de un reloj es el latido del tiempo, tu tiempo, el mío, nuestro tiempo... Por eso, siempre que estemos lejos, el latido del tiempo te recordará que estamos cerca, que la distancia nunca nos separará...
Seguía acariciando mi pelo y había conseguido que me olvidara de la tormenta, pero sus palabras me decían que, algún día, esa distancia de la que me hablaba, nos separaría: -Mamá... ¿algún día nos separaremos?- levanté mi rostro hacia ella esperando una respuesta y dejó escapar una leve risa: -qué lista eres, pequeña...- me besó en la frente -te voy a contar una historia...

"Hace mucho, mucho tiempo nació alguien muy especial, el sol brillaba en el despejado y azul cielo veraniego. El día 31 de julio de 1980 es y será recordado por muchos porque nació una Leyenda. Y esa leyenda, tenía un nombre. Se llamaba Harry Potter, un nombre que marcó un principio y un fin en nuestra historia. El niño que vivió...
Un día un mago malvado acabó con la vida de sus padres y el niño quedó huérfano. A los once años, el joven mago recibió una carta, una carta que siempre nos llega a todos los magos... una carta que, algún día, llegará a tus manos.
El joven Harry Potter fue la única persona que sobrevivió a la maldición letal, algo que con el paso de los años, entenderás. Desde el día en que Voldemort, el mago malvado, acabó con la vida de los padres del muchacho, una cicatriz marca su frente, un rasgo característico por el que todos podemos identificarle.
Vivió en Hogwarts y acabó con el mal que se cernía sobre el mundo mágico. Su luz, y la de todos los que lucharon para que nunca se apagara, acabó con la oscuridad... y aún sigue brillando"

Escuchaba en silencio la historia que me estaba contando mi madre: -Y algún día, ¿yo también podré cazar a esos magos oscuros? -pregunté curiosa.
-Algún día, mi niña, pero aún queda mucho tiempo- me quedé en silencio pensando: -¿cuánto?- Mi madre rió dejando escapar una mágica melodía: -Cuando recibas tu carta y puedas ser lo suficientemente fuerte.
Le pregunté a mi madre que cuando recibiría esa carta: -Cuando pasen siete primaveras.

Siete primaveras, sólo siete primaveras. Cerré los ojos sintiéndome protegida por los brazos de mi madre. Me acariciaba el pelo y me cantaba una canción mientras me dormía en sus brazos junto al calor de la chimenea. Fue entonces cuando comencé a soñar con aquel mundo de luz del que quería ser sierva.


Leave a Reply