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Se pierde en mi pasado otra solitaria y álgida noche. Los años perdidos cada vez hacen más mella en mí, todos los brumosos recuerdos se vuelven etéreos.
Sus rostros ya se han desdibujado en mi memoria, pero pensar en la posibilidad de volver a verles, hace que me aferre a la esperanza. Imagino sus rostros, ¿cómo habrán cambiado? ¿Seguirán siendo los mismos que un día dejé atrás?
No dejo de pensar en ellos. Todas las noches me despido con silenciosas palabras que esperan ser oídas, y en cada despertar, imagino sus sonrisas.

" Lo pasado ha huido, lo que esperas está ausente, pero el presente es tuyo."

 No perderé la esperanza aunque me halle encerrado entre estas paredes. Condenado a la soledad, al hastío, a la desolación, al desamparo...
El frío se clava en mi piel, penetra en mis huesos y me hace temblar. Las mugrientas paredes se me antojan silenciosos testigos de mi condena, vigilantes callados de mi secreto...

 "Solamente aquel que construye el futuro tiene derecho a juzgar el pasado"

 Recuerdo la primera vez en la estación de King's Cross. Sus felices rostros... jamás pensé que sería también la última. Sonrío al recordarles, aún con ese velo en mi memoria... porque si algo he de sentir, sentiré orgullo. Orgullo y nada más. Fui su salvación... no me arrepentiré jamás. Y si el valor fue mi pecado, entonces cumpliré mi condena con honor...
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Me pesan los párpados, el sueño me vence. Apoyo la cabeza en la fría pared y susurro su nombre. Parece un lamento ahogado, suplicante y lastimero. Conjuro en mi mente la imagen de nuestros pequeños. Aquel pasado perdido, tantas horas muertas...
"Mi dulce amada... Siempre he estado esperándote. Han pasado ya cinco años... cinco duros años que parecen una eternidad... ¿Cómo serán ahora sus infantiles rostros?

 "Otra noche fría y solitaria entre los oscuros muros de Azkaban..."

 La noche ha nacido ya... hoy no he visto la luz de la mañana, pero el tenue resplandor de la luna, que se cuela por una grieta en la obscura pared, me daña los ojos. Las estrellas se me antojan pequeñas luminarias ardientes que se clavan en mis pupilas. Miro al cielo y susurro su nombre: Drys... 
Las lágrimas nublan mi vista. El llanto me invade, me siento como un niño asustado y solo... ¿cómo estarán mis pequeños? ¿sabrán defenderse? ¿encontrarán la luz?

 "¿Podré volver a abrazales alguna vez? ¿Podré volverme a sentir protector cuando les tenga a mi lado? Siempre he estado a vuestro lado"

  Mis lágrimas no cesan. Se vuelven frías, muy frías.
Agarro con fuerza la carta que recibí... uno de los aurores que vigilan la tortuosa prisión de Azkaban me la entregó. Pensé que me había olvidado, pero no, aún me recuerda. Aún se acuerdan de mí.
La  llevo contra mi pecho intentando sentirla cerca, intentando sentir que los tengo a mi lado. Las lágrimas descienden por mi rostro y la congoja me ahoga.

Pediré un deseo a la triste y solitaria luna... testigo callada de mis noches en vela y mis tormentos: que hoy reste un día más en el calendario de mis días. Un día más para que hoy sea uno menos en mi desamparo, uno menos en mi melancolía...
Mis ojos se cierran. Me dejo caer sobre el mugriento suelo e intento mantenerme despierto aún con esa carta en mi mano engarrotada. Mis dedos se relajan y sueltan la carta poco a poco.
El frío me quema la piel.

"Ni siquiera pienses en lo que no quieras que nadie sepa"







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