Siento el penetrante frío invadiéndome. Me rodea en sus gélidos
brazos de espesa bruma... me acurruco en el suelo cual niño asustado e
indefenso. Cierro los ojos conjurando sus rostros en mi mente y susurro
un "os quiero" que nunca será escuchado...
"Amarga soledad... silencioso frío, vacío destino..."
Miro
hacia arriba buscando el oscuro y mugriento techo de mi prisión: un
tenue y pequeño resplandor plateado se cuela por una mínima grieta en el
muro de fría piedra. Sonrío con la vista empañada por las lágrimas
cuando imagino que, fuera, las estrellas brillan con intensidad.
Recuerdo a mi familia, sus hermosos nombres, mis estrellas... una
lágrima cae con pesadez por mi mejilla. Pesa demasiado. Me escuecen los
ojos. Los cierro con fuerza intentando conciliar el sueño.
"¿A dónde va el tiempo perdido?"
Siento
dolor en las piernas. Mis músculos están entumecidos y un escalofrío
recorre mi espalda. Las piernas me tiemblan y noto que no me puedo
sostener más tiempo en pie. Apoyo mis castigadas manos sobre la fría
pared evitando caer. Poco a poco me deslizo dejándome caer despacio,
pero las piernas me tiemblan y tropiezo, cayendo con una rodilla en el
suelo. Siento el golpe y ahogo un grito.
Me siento en el suelo con pesadez y el llanto me ahoga. La desesperación se apodera de mí. El escozor de esa herida abierta en mi dañada piel ya no me duele, no comparado con el dolor de estar recluido, sólo, perdido...
Me siento en el suelo con pesadez y el llanto me ahoga. La desesperación se apodera de mí. El escozor de esa herida abierta en mi dañada piel ya no me duele, no comparado con el dolor de estar recluido, sólo, perdido...
"El silencio me atormenta"
Cada
vez que miro al techo y ese mínimo resplandor brilla, la luz de las
estrellas me recuerda que, en cualquier lugar, desde cualquier parte,
sus ojos también miran las mismas estrellas que yo. Sus nombres vienen a
mi pensamiento, porque son tan grandes que nublan el brillo de esas
estrellas que les observan...
"El
día que te conocí, una estrella cayó del cielo. Tú le robaste todo el
brillo, porque ninguna luz puede iluminar tanto como tú"
Me
recuesto de costado, apoyado en la oscura y helada pared conjurando en
mi pensamiento sus rostros, como cada día. Mi pequeña me sonríe en uno
de mis recuerdos. Siempre fue una niña extraña, pero sé que nunca me ha
olvidado: -te quiero, pequeña... y nunca me he arrepentido...- susurro aún sabiendo que mis palabras siempre quedarán en el olvido, encerradas para siempre en la oscuridad de Azkabán.
Cerraré los ojos cada día pensando en los suyos, así siempre sabré que aún tengo la esperanza de volver a su lado.
"Sé que algún día volveré a estrecharos entre mis brazos"
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De
nuevo el frío helado rasgando mi piel, la angustiosa soledad
acongojándome, el olvido acechándome... Miro mis manos, estás ajadas y
maltrechas. La huella del tiempo y el olvido han hecho mella en ellas,
pero las huellas más profundas, están en mi alma.
"Mientras no dé nada por perdido, aún conservo la esperanza"
No
sé cuantas horas han pasado desde que he despertado, tan siquiera sé si
estoy despierto... a veces pienso que mi vida es una cruel pesadilla,
pero no... aunque quisiera vivir en mis sueños, sé que no es real. Un
terrible pensamiento aparece en mi mente: ¿cómo será ahora la vida fuera
de este tormento? ¿qué ocurrirá allí mientras yo sigo ajeno a la
realidad? Mis hijos siempre están presentes en mi vida, en mi cruel
encierro, pero no sé cómo serán, ni que suerte correrán sus caminos, ni
si estarán vivos...
Siento un
punzante dolor en la espalda, la pared sobre la que me apoyo se me
antoja una tortuosa compañera, pero sólo ella me ayuda si tropiezo...
cuando mis fuerzas flaquean y mis piernas me fallan, cuando caigo al
suelo abatido y cansado... sólo apoyándome en su oscura superficie de
fría piedra, puedo volver a levantarme. Encojo mis piernas y un fuerte
sonido producido por el arrastreo de mis rotos zapatos retumba con eco
en la siniestra celda de la tenebrosa prisión.
Apoyo
mis codos sobre mis rodillas y oculto mi rostro entre mis manos. Me
aferro con fuerza a mi cabello, tirando de él sin importarme el dolor.
El llanto hace que me falte el aire y ahogo un grito de angustia. Mi
cuerpo comienza a temblar, las lágrimas dañan las finas heridas de mi
agrietada piel...
"Soy un fantasma... un fantasma abandonado a su suerte en la fría soledad, al amparo de un tenue recuerdo"
De
nuevo las estrellas dañan mis ojos. El titubeante brillo de su luz las
conceden una magia especial... se me antojan pequeñas luminarias
iluminando nuestro oscuro abismo. Ese manto de terciopelo frío que es
nuestro cielo, pero sólo están en mi imaginación... una imaginación que
se aferra al recuerdo de un cielo que ansío volver a ver: -Miram...-
susurro con la voz rota sin dejar de mirar, con los ojos cerrados, al
cielo nocturno de mi imaginación. La única forma de la que puedo volver a
ver ese cielo... con los ojos cerrados y la quimera de una realidad
abandonada en el tiempo: -pequeña mía... -las lágrimas aprietan
mi garganta al recordarla. El cansancio me vence y los párpados me
pesan. Mis músculos se relajan y mi respiración se calma... siento que
comienzo a quedarme dormido.
"¿Cuando podré abrazar el etéreo cuerpo de la Libertad?"
Abrir
los ojos y no saber si es noche o día... abrir los ojos y no saber si
es la luna o el sol lo que brilla... De nuevo comienza mi pesadilla, mi
tormentoso viaje por las horas... de nuevo, queriendo dormir para poder
soñar, para poder ver la confusa imagen de sus rostros en mis recuerdos.
Bajo un inexistente velo, una fina capa de niebla, mi pequeña me
sonríe... "Todo por tí, mi pequeña... daría todo por tí... Entregué
mi libertad por salvar la tuya y volvería a hacerlo sin gastar ni un
segundo de mi tiempo en pensarlo..." Vuelven a girar de nuevo las manecillas del reloj de mi pesadilla...
"Me gustaría despertar un día y descubrir que todo es una pesadilla..."
Es
difícil no caer en los brazos del olvido cuando la única voz que te
acompaña es la del silencio... el único sonido que vela tus sueños es el
de las olas irrumpiendo contra las bastas paredes de la solitaria y
tortuosa prisión... el latido de mi corazón es lo único que me recuerda
que sigo vivo y que aún tengo algo por lo que luchar, algo por lo que no
perder la esperanza, algo que mantiene mi alma con vida y que hace que
siga viviendo... el amor. El amor es el que guía mi tiempo, el sonido de
mi reloj parado...
"Mi tiempo congelado en un recuerdo..."
Ya
no sé si pasa el tiempo o si yace parado... no consigo dormir pero los
ojos me arden y me pesan los párpados... ya casi no recuerdo el sonido
de mi propia voz porque las pocas palabras que consigo articular, salen
rotas, ahogadas, susurros que se pierden en la inmensidad de un profundo
vacío... Ya no sé si existe algo más, fuera de las cuatro paredes que
me aprisionan. Me abrazo a mí mismo intentando entrar en calor, hace
demasiado frío. El invierno avanza...otro invierno más en esta oscura
celda, otro año que se llevará todas mis horas perdidas... todos mis
sueños dormidos, reliquias de quimeras abandonadas a la sombra del
recuerdo olvidado, rescoldos de luz en lo más profundo de mi
oscuridad... Otro año que se pierde en la inmensidad del tiempo.
La angustia me aprieta el pecho. Siento que me ahoga y no encuentro ningún atisbo de luz. No quiero perder la esperanza, pero pensar en el tiempo de mi encierro, me atormenta... quiero huir, escapar del tormento al que se me ha condenado...
Mis ojos se cierran lentamente. Al fin puedo volver a ese mundo de sueños que no quiero olvidar.
La angustia me aprieta el pecho. Siento que me ahoga y no encuentro ningún atisbo de luz. No quiero perder la esperanza, pero pensar en el tiempo de mi encierro, me atormenta... quiero huir, escapar del tormento al que se me ha condenado...
Mis ojos se cierran lentamente. Al fin puedo volver a ese mundo de sueños que no quiero olvidar.
"¿Quién es dueño de nuestros sueños? ¿El que los crea o aquellos que moran en ellos?"
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Donovan Dabney
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Pensadero
El sufrimiento de no tener libertad... La angustia del limbo