Mis ojos están perdidos en ningún lugar, fijos en la oscura pared que me encierra. Sentado en el frío suelo, viviendo mi soledad en una continua pesadilla sin final... un laberíntico espacio perdido en las manos de un tiempo olvidado.
Camino por la oscura y fría celda dejándome abrazar por las sombras que me amparan. Trato de encontrar inútilmente una salida que no hallo... A veces pienso que sería mejor estar encerrado en un laberinto que en esta mugrienta prisión condenado a la eterna soledad.
La desesperación se apodera de mí. Me dejo caer al suelo deslizando mi espalda contra la pared. El llanto me ahoga... ¿qué habrá sido de ellos? ¿cómo serán sus vidas? ¿Vivirán su tiempo perdiendo las horas?
"Si mi senda es oscura, es porque al final de mi camino la ilumina una única estrella guiada por ellos..."
Escucho los silencios de la soledad y los gritos de sus silencios... a veces pienso que son alaridos tan estruendosos que me ensordecen y por eso sólo escucho silencio... Los murmullos del mar y del viento se escuchan lejanos y arropan mi silencio.
Me siento preso de una pesadilla, condenado a vagar en el laberinto de una mente vacía en busca de difusos recuerdos que se quiebran en mi ajada y débil memoria.
"Me siento cobijado si las estrellas me observan desde el cielo"
Mi mundo no me pertenece... soy una sombra más en esta oscura existencia, un fantasma errante encarcelado en una lúgubre jaula cuya salida es infranqueable. El laberíntico espacio se me antoja demasiado grande en mi pequeño mundo, del que soy siervo...
Ni siquiera sé cuantas horas han pasado desde que he abierto los ojos, pero imagino un cielo obscuro, un profundo abismo negro cubierto de nubes. Sé que han pasado a penas unas horas y parece que llevo despierto una eternidad...
"Largas horas de amargura, oscuro infierno de soledad..."
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Aún recuerdo las horas frente a la chimenea contando historias. Las palabras nacían en mi garganta y fluían a través del espacio hasta llegar a sus oídos... historias llenas de magia...
Recuerdo sus caras de felicidad, sus dulces sonrisas, el brillo de sus ojos... Recuerdo los cuentos que les contaba antes de ir a dormir... quería hacer de sus sueños un paraíso, y alejar las pesadillas que les atormentaban perturbando sus sueños...
"Ya no sé si aún mi tiempo me pertenece..."
Lágrimas heladas descienden por mi piel clavándose en lo más profundo de mi alma... dañan mi herida, esa que sangra y no cicatriza porque no puedo respirar la libertad. ¿Dónde están las quimeras que se refugian en nuestros sueños? ¿Algún día podrán ser realidad?
Vuelve a abrazarme el sueño... mis cansados ojos quieren cerrarse pero yo prefiero no viajar de nuevo a ese mundo de sueños que quisiera hacer realidad... ese sueño del cual no quiero despertar. Pronto veré otro nuevo amanecer, otro nuevo y tortuoso día... aunque no pueda ver la luz del sol...
"Me pierdo en el laberíntico universo de mis sueños. Es allí donde quiero despertar..."
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Nunca pensé que ese despertar sería el último a su vera, ni que esas sonrisas infantiles fueran las de la despedida... pero el tiempo cambia en tan solo un segundo... Nunca lograremos llegar a saber cuando será el último abrazo...
He visto el rostro de la oscuridad... se acuesta a mi lado cada día y jamás me deja solo. Me arropa entre sus brazos y me incita al sueño con su silenciosa voz... no me deja ver nada, pero, tras cinco años en las sombras, mis ojos ya se han acostumbrado a ella... Me acuna en sus brazos ocultándome de la luz, y me canta con su escalofriante voz...
A veces hablo con el silencio... le cuento mentiras y me creo que son verdad... quimeras que guardo con recelo en lo más profundo de mí. Sueños que temen marchitarse sino son guardados... ¿qué mejor confidente que el silencio?
"La bruma nubla mi mente..."
Un fuerte dolor golpea mis sienes... Mi boca está seca, los labios agrietados, mi entrecortada respiración... me fijo en mis manos, parecen las de un anciano que ha viajado mucho por este aciago mundo... están agrietadas, doloridas y castigadas...
"Silencio..."
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