La noche luego de escuchar esa conversación entre mis padres, no podía dormir, esas palabras todavía daban vueltas en mi cabeza, se que apenas era un niño, pero entendía lo que decían y no me gustaba para nada.
Saque mi mochila de viaje, la que mi padre me había regalado para el día del niño, cargue un poco de ropa en ella, una manta y salí de mi habitación. Caminé por delante de la habitación de mis padres en puntas de pie, para no hacer ruido y despertarlos. Baje la escalera con cuidado, agarrado de la baranda para no caer y luego una vez en tierra firme, fui a la cocina. Allí, abrí el refrigerador, saque una botella de agua y unos pedazos de trata que quedaban de la noche anterior, y los guarde también en mi mochila.
No sabía a donde quería ir, pero sabía que debía irme de allí. O eso creía yo, que con tan poca edad, definitivamente no tenía mucha razón.
Salí colina abajo y pedalee un rato, hasta cansarme. Me detuve y mire al cielo, sabia donde estaba, ya que la reserva la conocía muy bien, y además yo tenía una orientación increíble. Me tire bajo un árbol y me dormir tranquilo ya que sabía que esa zona no estaba habitada ni por humanos y por dragones.
A la mañana siguiente, busque unas frutas silvestres en la zona y luego de desayunar, me quede un rato disfrutando del lugar en donde estaba. A eso del mediodía. Emprendí nuevamente viaje. Debía salir de la reserva para que nadie conocido me encontrara. Así que comencé a dirigirme hacia el oeste, donde estaba la entrada más cercana. Aunque a mi paso, estaría llegando casi de noche a esa zona.
Bastiaan se había levantado temprano esa mañana, ya que como era lunes tenía mucho que hacer. Bajo a la concina y luego de desayunar en silencio, salió a hacer su recorrida habitual.
Alana se levanto rato luego, con los llantos de Filius quien ya estaba reclamando su desayuno. Bajo a la cocina y luego, con la leche bien caliente, subió hasta la habitación de Filius a quien alzo en brazos y se sentó e la mecedora para alimentar. Luego de eso lo cambio poniéndole algo cómodo y liviano, ya que el calor comenzaba a notarse, lo dejo en la cama y fue a despertar a Adrian.
Entro en la habitación sin hacer ruido y camino a tientas hasta el costado de la cama. La habitación estaba completamente a oscuras, ya que como a Adrian le molestaba mucho que la luz entrara en la mañana, habían hecho que los postigos no dejaran entrar ni siquiera un rayo de luz.
-Buenos días mi príncipe –dijo con vos suave y maternal.
Se inclino para acariciar a su hijo pero en ese momento se dio cuenta de que la cama estaba vacía. Corrió y abrió los postigos, miro con horror a la cama y comprobó que Adrian no estaba. En ese momento sintió como su mundo se desmoronaba. Su amado hijo no estaba y ella no tenía idea a donde había ido. Bajó corriendo y salió en busca de Bastiaan, con la pequeña esperanza de que este se lo hubiera llevado a recorrer con él. Pero de lejos lo vio venir. Su marido venia, pero solo, su hijo no lo acompañaba. Se dejo caer de rodillas en la tierra. El miedo era grande y no podía sostenerse por sí sola.
Bastiaan al verla caer, corrió hacia ella con cara de preocupación. Al llegar junto a ella, vio que estaba llorando desconsoladamente.
-Buenos días mi príncipe –dijo con vos suave y maternal.
Se inclino para acariciar a su hijo pero en ese momento se dio cuenta de que la cama estaba vacía. Corrió y abrió los postigos, miro con horror a la cama y comprobó que Adrian no estaba. En ese momento sintió como su mundo se desmoronaba. Su amado hijo no estaba y ella no tenía idea a donde había ido. Bajó corriendo y salió en busca de Bastiaan, con la pequeña esperanza de que este se lo hubiera llevado a recorrer con él. Pero de lejos lo vio venir. Su marido venia, pero solo, su hijo no lo acompañaba. Se dejo caer de rodillas en la tierra. El miedo era grande y no podía sostenerse por sí sola.
Bastiaan al verla caer, corrió hacia ella con cara de preocupación. Al llegar junto a ella, vio que estaba llorando desconsoladamente.
-¿Qué pasa, mi amor? –Preguntó con un tono suave y preocupado, mientras se agachaba al lado de su mujer.
- No está –dijo ella con un hilo de voz. –No encuentro a Adrian –Aclaro para que Bastiaan la entendiera.
Él, comenzó a sentir exactamente lo mismo que ella, su hijo, no estaba. Se levanto y corrió al cobertizo de las escobas para comprobar que todas estaban, pero al mirar al costado de este, noto que la bicicleta de Adrian no estaba.
Se acerco a su mujer que, desesperada, lo había seguido pero a paso más lento. La abrazo con fuerza hacia su pecho intentando confortarla.
-Está en bicicleta, no puede estar muy lejos –dijo rápidamente.
Luego la soltó y corrió hacia la cocina para mandar a su lechuza, a dar la noticia de la fuga de su hijo.
Alana y Bastiaan, se dividieron las tareas, y para mita de la tarde, todos en la reserva estaban avisados, las entradas estaban cercadas, y desde los cielos varios magos y brujas buscaban a Adrian con desesperación.
Él, comenzó a sentir exactamente lo mismo que ella, su hijo, no estaba. Se levanto y corrió al cobertizo de las escobas para comprobar que todas estaban, pero al mirar al costado de este, noto que la bicicleta de Adrian no estaba.
Se acerco a su mujer que, desesperada, lo había seguido pero a paso más lento. La abrazo con fuerza hacia su pecho intentando confortarla.
-Está en bicicleta, no puede estar muy lejos –dijo rápidamente.
Luego la soltó y corrió hacia la cocina para mandar a su lechuza, a dar la noticia de la fuga de su hijo.
Alana y Bastiaan, se dividieron las tareas, y para mita de la tarde, todos en la reserva estaban avisados, las entradas estaban cercadas, y desde los cielos varios magos y brujas buscaban a Adrian con desesperación.
El único peligro ahora eran los dragones, pero sus padres estaban casi seguros de que Adrian sabría que debía mantenerse lejos de ellos.

Para eso de las dos de la tarde yo ya estaba a mitad de camino de la salida. Me imaginaba la tristeza de mi madre al ver que mi cama estaba vacía y eso no me alegraba, pero no quería volver. Yo ya había escuchado, era peligroso para todos que lo viva allí.Divisé en dos ocasiones alguien volando sobre la zona, pero me escondí, de manera que ellos no me vieron. A las ocho de la noche, llegue a la entrada oeste. Cruce tranquilo la entrada, pero no lleva más de tres metros afuera cuando escuche el grito de mi madre detrás mío.
Me di vuelta y baje de la bicicleta con la cabeza baja. Sabía que estaba metida en un gran problema. Mi cara estaba cubierta de tierra y mi ropa estaba muy parecida. Mi madre corrió hacia mí y me abrazo con tal dulzura y amor, que yo comprendí que era una locura lo que había hecho, ella me amaba y no me iba a dejar que nada me pase. Me largue a llorar de la emoción que tenia. Me llevó a mi casa, y allí en el momento que mi padre me vio, me abrazo igual que mi madre.
Me bañé y luego me dieron algo de comer. Mi madre se sentó junto a mí, no había parado de llorar desde que me había encontrado, no dijo mucho. Lo único que me dijo en concreto era que al día siguiente, me llevarían bien temprano a San Mungo, para que todos nos quedemos tranquilos.
Yo no entendía mucho como nos quedaríamos tranquilos si yo iba a ese lugar. Pero consciente de que lo que había hecho ese día no estaba bien, no discutí y acepte que me llevaran.
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Adrian Popp
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