Hay veces en las que al cerrar los ojos
acude a mi mente la imagen de una mujer sin rostro. Camina entre una
densa bruma, etérea... el cabello el cual se me antoja negro en la
intensa oscuridad de la noche parece rozarle la espalda. Comienzo a
caminar entre la bruma, es espesa y está helada. Avanzo y cuanto más
avanzo más lejos está ella. Entonces despierto en un colchón
desgastado bajo una colcha raída, en un lugar cuyo techo está lleno
de humedades y entonces otra vez me pregunto, ¿si tú estuvieras
aquí dónde estaría yo? He ido creciendo sólo sin nadie que me
tendiera la mano para aprender a caminar, sin nadie que me enseñara
a pronunciar mis primeras palabras, sin nadie al que acudir en las
noches de tormenta, sin nadie que me leyera un cuento antes de
dormir... pero ante todo he crecido sin nadie que me quitara el frío.
No hay nadie que pueda quitarme este frío que he sentido y sentiré
durante toda mi vida porque este frío es tuyo. Me diste la vida, tal
vez me dieras el color de tus ojos, tal vez también el de mi piel y
mi cabello pero de lo que sí estoy seguro es de que me diste el
frío, este frío que me acompañará por siempre. A medida que voy
creciendo miles de preguntas asolan mi mente, esas preguntas que
nunca obtendrán una respuesta. Me iré de este mundo sin saber si
fuiste tú quien me dejaste junto a él, si fuiste tú quien me dio
mi nombre, si estuve alguna vez en tus brazos aunque siempre he
creído que fue así que me tomaste en los brazos cuando nací y que
él me apartó de ti... que al arrancarme de tus brazos comencé a
sentir ese frío que hoy sigo sintiendo. No sé si aún vives, no sé
si llevas tiempo siendo una de esas estrellas que ilumina mi
camino... no sé si te acordarás de mí, si llorarás por mi todo lo
que he llorado yo, no sé si tendrás frío, si te preguntarás como
es mi rostro, si te preguntarás si te echo de menos... sólo sé que
yo busco tu rostro por las noches porque tal vez aunque no me doy
cuenta te sigo esperando. Sé que no vas a llegar nunca, que viviré
una vida lejos de la calidez de tu abrazo, lejos de tu hogar el
mío... sé que saldré de aquí dentro de unos años y que tal vez
me cruce contigo en una de esas calles sin saber que eres tú la
etérea mujer invisible que me dio la vida que luego él quiso
arrebatarme. Si aún sigues ahí sólo te pido una cosa: recuérdame
tanto como yo te recuerdo a ti sin tener un recuerdo tuyo y si me
abandonaste hazlo de igual modo porque mientras se recuerda se anhela
y si me estás recordando es que estás pagando por aquello que
hiciste. A pesar de todo hay algo que siempre he de agradecerte, el
que me dieras la vida pues soy feliz y tengo lo más importante que
puede poseer el ser humano: gente que me quiere y a la que quiero por
encima de todo. No sé si te quiero, si te odio... no sé nada porque
lo desconozco todo sobre ti, sólo sé que hace mucho que no te
olvido.
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Jakob JK