Era media mañana cuando llegamos al hospital una
recepcionista les indico a mis padres a donde teníamos que ir, subimos un par
de escaleras.
Recuerdo haber visto muchas cosas en ese trayecto, gente que
te preguntaba cómo se llamaba, o te saludaban como si te conocieran, algunos
otros les faltaban partes o tenían rasguños en muchas partes.
Tengo una imagen no muy divertida de un hombre al que le
faltaba una nalga, pero eso es solo un detalle.
En fin, llegamos a la puerta que nos habían indicado, mi
padre toco la puerta para avisar de nuestra llegada y luego nos sentamos a
esperar. Había varias personas sentadas cerca de nosotros, varios doctores
salían de distintas puertas nombrando gente que se paraba y entraba, luego
salían y otros entraban al ser llamados.
Finalmente, un hombre salió de la puerta en la que mi padre
había golpeado un hombre con un brazo vendado, y después de él, con un delantal
blanco, apareció un hombre rubio y flaco de tez blanca, a quien mi madre saludo
con una sonrisa como si lo conociera.
Entramos a su consultorio, y mis padres se pusieron a
explicarle mi situación al señor y mientras yo miraba todo con suma curiosidad.
Recuerdo haber visto la foto de una mujer, con una esplendida sonrisa y con un
niño en brazos, que por el tamaño tenía más o menos mi misma edad. Extraño, no?
Quien iba a decir que ese niño que veía en la fotografía llegaría a ser un día
uno de mis mejores amigos. El doctor, al ver que me quedaba viendo la foto me
dijo que esos eran su mujer, Astoria, y su hijo Scorpius.
-Díganme, ¿qué es lo que los trae por aquí? –pregunto el
doctor que para ese momento ya había escuchado que se llamaba Malfoy.
-Adrian –Dijo mi madre señalándome a mi –Se está comportando
de manera poco común –Dijo con tono preocupado.
-Poco común ¿En qué sentido? –Pregunto Malfoy mirándome con
una sonrisa.
-Esta paranoico, y actúa como si no fuera el –Interrumpió mi
padre algo nervioso.
-Ha intentado escaparse de la casa, ha intentado deshacerse
de su hermano recién nacido, como si no lo quisiera –Término de decir mi madre.
Luego de escuchar eso intenté hacer caso omiso a la
conversación. Solo recuerdo algunas cosas como preguntas por si tenía fiebre, o
si había ocurrido algo emocionalmente fuerte en este último tiempo, y mamá le
explico la llegada de Filius a mi vida, y Malfoy comprendió que al parecer ese había
sido el detonante de mi conducta.
Después de todo el interrogatorio, el doctor midió mi altura,
y me peso en una balanza. Anoto unas cosas en un papel y de dirigió a un
caldero que tenía allí en la consulta.
Se puso a meter cosas en el caldero que yo no pude reconocer
pero quede fascinado, y luego de unos minutos saco de él unas pastillas que metió
en un frasco y se lo entregó a mi madre.
-Que tome una cada 24 horas –Dijo el doctor Malfoy.
Luego de eso, mis padres agradecieron, se saludaron con el
Doctor, y salimos nuevamente a los pasillos del hospital.
El regreso a casa fue algo mejor. Mis padres ya no estaban
tan nerviosos ni preocupados, ya había una solución para mis problemas. Ya por
fin podíamos dormir todos tranquilos y en paz.
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Adrian Popp
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