
Albus: La cometa vuela. Aquél Colacuerno Húngaro de papel surca el cielo mientras que yo sostengo el carrete. Hace viento, lo que facilita su vuelo. Siempre que hago volar ese Colacuerno Húngaro, una sonrisa dichosa me acompaña. Porque me recuerda a aquél Dragón con el que mi padre se enfrentó a los catorce años, cuando estaba en Hogwarts. Le he pedido muchas veces que me cuente esa historia. Casi ya me la sé de memoria. Pero no me canso de que me cuente como venció a ese dragón. Tan ensimismado estoy en el vuelo de esa cometa... Que no veo la raiz con la que tropiezo. Y caigo
Hago una mueca de dolor, pero aunque se me saltan las lágrimas, no me permito llorar. Me muerdo la lengua con toda la fuerza posible, hasta que el dolor de esta es más fuerte que el de la rodilla, y con las manos en el suelo, me apoyo para sentarme en el suelo. Como llevo unos pantalones cortos, me he raspado las rodillas con la tierra, y ahora tengo sangre
-Auch...
A pesar del daño, no suelto la cometa. No quiero perderla. Me limpio la herida de tierra con mi propia mano, y me pongo de pie mientras enrrollo en el carrete la cuerda de la cometa, haciendo que baje. Y cojeando, mientras me muerdo la lengua para no llorar, voy hacia casa en busca de mi padre.
Harry: Estoy en casa, en el pequeño despacho de la planta baja que he preparado para mi trabajo. Axel Hoffman, mi jefe, me ha pedido que le haga un informe sobre los últimos acontecimientos que han sacudido el Mundo Mágico, hechos que aún no sabemos si considerar aislados o no
Albus: Probablemente, estará en su despacho. Dejo la cometa en el salón. En la cocina, oigo a mamá cacharrear, y Lilu estará en su habitación, jugando con sus muñecas. Sin poder disimular la cojera, voy hasta el despacho,el cual encuentro con la puerta entreabierta, y al empujarla suavemente, veo a mi padre escribiendo algo. Sonrío al verle
-Papá...
Harry: Levanto la vista del papel al oir tu voz. Me fijo en tu rostro, el cual parece contener una mueca de dolor:
-¿Sí?
Albus: En tu mirada puedo notar que estás haciendo una radiografía de mis gestos
-Papá... Me he caído...
Harry: Suelto la pluma y me pongo de pie:
-¡¿Cómo que te has caído?! -Exclamo, yendo hacia ti.
Albus: Me doy cuenta de tu alarma, y levanto una mano
-Estoy bien, papá... -Voy entrando y ambos nos quedamos frente a frente en medio del despacho.
Harry: Veo que estás cojeando
-Albus, estás cojeando... -murmuro, y me fijo en tu rodilla. Por la piel de esta resbala un reguero de sangre que me marea.- Oh, por Merlin...
Albus: Dirijo mis ojos hacia donde miras
-No es nada... Solo un raspón...
Harry: -¿Un raspón? -Me acuclillo delante de ti y toco tu rodilla sin rozar tu herida.- Estás sangrando, hijo... ¿Cómo te has hecho esto?
Albus: -Tropecé con la raiz de un árbol mientras hacia volar la cometa de tu colacuerno... -digo, mientras aspiro el aire entre los dientes
Harry: -¿Mi Colacuerno?
Pregunto con una sonrisa. Le había comprado esa cometa a un vendedor ambulante del Callejón Diagón cuando tenías siete años, y desde entonces, siempre recreabas con ella todas las aventuras que te he contado por las noches antes de dormir, como si fueran cuentos
-Oh, ese... -Sonrío.- Ya te dije que era muy peligroso, Al... -me pongo de pie.
Albus: Sonrío orgulloso
-¡Pero tu le venciste!
Harry: -Si, le vencí -afirmo.- Pero vencer no siempre significa salir ileso, Al. -Murmuro y te tiendo la mano.- Venga, vamos a curarte esa herida, antes de que haya que llevarte a San Mungo -Sonrío.
Albus: -¿A San Mungo? -exclamo, cogiéndote la mano. Odio San Mungo. Odio a los Sanadores. Será tal vez por los chistes y bromas que sueles hacer sobre Draco Malfoy- Pero si... ¡Es solo un raspón!
Harry: Río cuando dices eso, y por el gesto que haces. Llevándote de mi mano, voy hasta el cuarto de baño, y cojo el botiquín, llevándole por el asa hasta el salón. Una vez allí,te guío hasta el sillón y espero a que te sientes
Albus: Me siento en el sillón evitando la mueca de dolor
-¿Va a doler?
Harry: -Si te ríes, si -río, dejando el botiquín en el suelo y acuclilándo frente a ti.
Albus: - La verdad es que no me apetece mucho reírme... -río un poco, mientras me fijo en tus manos.
Harry: - Entonces, no te rías... -río y cojo del maletín un poco de algodón y una botella de poción limpiadora de heridas echando un poco de esta en el algodón. Antes de posarla en tu rodilla, digo.- ¿Quieres un palo, para morderlo?
Albus: Abro mucho los ojos
-¿Un palo? ¿Tanto me va a doler?
Harry: -Muchísimo... -digo, haciendo una mueca de dolor y compasión, tratando de reprimir la risa. Entonces poso el algodón sobre tu herida, soplando un poco al retirarlo.
Albus: Doy un bote cuando me posas el algodón en la herida, pero no duele tanto como yo esperaba. Sonrío:
-Qué mentiroso eres, papá... -bromeo.
Harry: Mientras limpio tu herida con delicadeza, te miro:
-¿Me llamas mentiroso, Albus Severus?
Albus: Que digas mi nombre completo a veces es señal de alarma, sobre todo, cuando lo hace mamá. Pero esta vez sé que es una broma
-Me dijiste que me iba a doler mucho... Y no me duele nada...
Harry: Cuando dejo de curarte con la poción, y compruebo que en efecto la herida es muy leve y que no es necesario un episkey, cojo una tirita del botiquín
-Bueno, será porque lo hago con mucho cariño.
Albus: Será... -te miro, con un cariño que no puedo explicarme, que solo puedo sentir. El amor entre un padre y un hijo es un milagro que no puede explicarse, porque no tiene explicación.
-Contigo nada puede hacerme daño
Harry: Cuando te pongo la tirita, levanto la vista y te veo mirándome con una devoción que me sobrecoge. Doy una palmada en tu rodilla:
-Ya está -guiño un ojo.- Ya puedes ir a por ese Colacuerno otra vez, Al.
Albus: La rodilla, ya no me duele. Ahora, una sonrisa llena de orgullo manifiesta todos esos sentimientos de la mejor manera que puede, pues... ¿que saben las palabras de emociones? Solo con emoción se puede demostrar otra emoción:
-Papá... Felicidades.
Harry: Frunzo el ceño. Hoy es el Día del Padre, pero ya me has felicitado, esta mañana, al despertar:
-Hijo... Ya me lo has dicho... Aunque no me cansaría de oírlo nunca
Albus: -Da igual, papá... Eres el mejor padre del mundo. Te mereces que te felicite todos los días... Para mí, todos los días es el Día del padre... -sonrío, orgulloso de él, mi héroe, mi padre, mi todo.
Harry: Trago saliva cuando me dices esas palabras, emocionado
-Al... -Sin decir nada más, te atraigo hacia mí y te rodeo entre mis brazos.- Hijo mío...
Albus: Abrazo a mi padre. Mi padre, mi héroe, con quién nunca me pasa nada, con quien nunca me duele nada, con quien siempre estaré a salvo. Es un héroe para todo el mundo, pero para mí, lo es más: porque es mi padre
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