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Estaban jugando en el jardín, alegres y despreocupados. Kat, con casi 5 años, se entretenía cuidando de su hermano Dan, de 3. Hacía no mucho que su tío le había regalado su primer juego de escobas voladoras y aunque su padre no le dejaba volar todavía, le gustaba la quaffle. Estaba hecha de cuero rojo, rellena de espuma, firme pero lo suficientemente blanda para no hacer daño a unos niños. Dany, sentado en el suelo, se reía cada vez que Kat le arrojaba la pelota, cerca suya. Éste la cogía con sus manecitas y con un torpe movimiento se la devolvía.

Su madre, dentro de casa, les observaba de vez en cuando por la ventana de la cocina. Estaba haciendo la cena. aunque era pronto aún. Esperaba que su marido viniera después de un duro día y le estaba haciendo su plato favorito. Mientras, escuchaba la radio. En ese momento sonaba música de los 60, y ella canturreaba un “Obla-di obla-da”.

De repente, apareció por la cocina el patronus de su marido, que con voz ronca dijo: “Ha sucedido algo terrible. Stephan... Voy enseguida” Ella se asustó cuando se apagó la voz del patronus y éste se desvaneció. Se limpió las manos con el paño de cocina y apagó el fuego. No tenía medios para responder a su marido, ya que en ella no vivía la magia, así que se frotó las manos impacientes esperando que llegase cuanto antes.

Mientras, los dos niños jugaban en el jardín ajenos a todo.

Con un chasquido, Charles Tyler se apareció en el jardín, con la chaqueta desabrochada y despeinado. Kat detuvo su juego al verle llegar y corrió hacia él.

-Hola papá... has llegado pronto a casa, ¿jugarás con nosotros?

El hombre miró con cariño a la niña y le pasó la mano por el pelo, forzando una sonrisa, pues no se sentía con fuerzas para sonreír.

-Ahora no, Kat. Tengo que hablar con mamá.

Ella se encogió de hombros y volvió con su hermano, aunque jugando con desgana, ya que había notado algo raro en su padre. Mientras, Arlyne ya había salido de la casa para recibir con un beso a su marido. Él se lo devolvió con necesidad, y después la abrazó con fuerza, refugiándose en los brazos de ella. La mujer le tomó de la mano y entraron en la casa, sentándose en el sofá del salón. Lo miró inquieta, retorciéndose las manos.

-¿Qué ha pasado, querido?

Con la voz cortada, el hombre al fin pudo responder, atrapando con sus manos las de ella.

-Steph... Stephan está... le-le han encontrado... no han podido hacer nada.

Ella lo comprendió al instante, aunque no quería creer lo que está oyendo. Su cuñado estaba muerto. Y su marido estaba destrozado. Soltó sus manos para sostener con ellas la cabeza de su marido, llevándola a su pecho y escudando sus lágrimas.

-¿Qué le ha pasado? -Consiguió decir al cabo de unos instantes de silencio.-

-Estaba en el río, en el Támesis. -Dijo tranquilizando su respiración-. Su coche llevaba sumergido en él varias horas. Las autoridades muggles piensan que fue un accidente.

-¿Quién te avisó?

-Un auror. Llegaron cuando supieron quién era el que estaba... en el coche. Lo... lo he visto. Estaba... -Su voz calla. No quería recordar el estado en el que estaba, el propio de un ahogado. El agua había penetrado en el coche, inundándolo-.

-Lo sé, lo sé.

En su profesión era fácil que se hubiera encontrado algún caso de ahogamiento, siendo como era, médico. Pasó sus dedos por el pelo de su marido y los ordenó. Él se puso recto en el sillón y se pasó la mano por la cara.

-Hay que decírselo a Kat y a Daniel... -Dijo con pesar. Sabía cuánto admiraban a su tío, en especial Katniss, que además entendía mejor las cosas-.

-No te preocupes por eso, se lo diré yo. Tú descansa.

Decidieron hacerlo así. Pero Charles no pudo descansar, no hizo más que darle vueltas a la cabeza a un montón de datos que no concordaban. Stephan conducía coches casi tan bien como volaba, y jamás bebía antes de hacerlo. ¿Por qué no había luchado por salir del coche? Hasta él sabría reconocer señales de lucha en él. Sin embargo, su rostro tenía un gesto como si la muerte lo hubiera tomado por sorpresa, pero al mismo tiempo apacible. Tenía muchas cosas que averiguar, y sabía exactamente por dónde empezar.


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