Eithan: Tenía mi pequeña figurita de un dragón rojo como el fuego y de ojos amarillos
y fieros. Casi podría decir que me daba miedo, pero no, yo era un niño valiente, me
lo decía papi y yo sabía que era así. Estaba escondido detrás de una de las estanterías
repletas de libros de la gran biblioteca en la que trabajaba mamá. La gente me miraba
pero yo era feliz jugando con mi dragón, haciendo que las estanterías en mi mente se
convirtiesen en grandes murallas de un castillo inescrutable para todos, menos para mí
gigantesco monstruo, capaz de quemarlas con su increíble fuego de metros de distancia
y sus poderosas alas, capaces de crear un tornado. Mi súper importante misión era
traspasar todas esas murallas llenas de soldados lanzando flechas, llegar al gran castillo,
derrocar al rey tirano y llevarme a la bella princesa a una torre segura.
-¡Atrás malvados soldados! ¡Jamás venceréis mi abrasador fuego!.- Exclamé, mientras
movía el dragón de un lado a otro intentando escabullirme de ellos pero entonces…
El mundo de fantasía que había creado se vio interrumpido por una mano que dio un
toque en mi pequeño hombro. Con los ojos muy abiertos y rígido como un palo, me fui
dando la vuelta lentamente, para ver que detrás de mi había un señor anciano con cara
de enfadado.
-Esto es una biblioteca, jovencito. ¿Dónde está tu madre? - Estaba asustado por la cara
de rancio que tenía el hombre, seguro que si hablaba le enfadaba mas por lo que me
quedé callado, escondiendo mi figurita en mi pequeñas manos a la espera de que alguien
viniera o el feo señor se fuera.
Lena: La mesa estaba llena de papeleo y de libros por ordenar, etiquetar… Es por
eso que mamá había decidido que yo fuese con ella ese día al trabajo. Papá había
desaparecido sin decir nada, algo por desgracia, bastante frecuente últimamente en él.
Mamá suspiró levantando la mirada para echarme un vistazo, ya que estaba jugando
delante suya hasta hace un momento cuando vio que un señor estaba regañándome.
Rápidamente se levantó, rescatando a su hijo de las manos de aquél hombre.
- Perdone, es mi hijo. Ya no molestará más- Se disculpó, aunque con voz firme, que
no admitía réplica. El señor puso los ojos en blanco y se alejó. Ella resopló y se giró
para mirarme a mí, quien tenía cara de no haber roto un plato en su vida - Eithan…-
Compuso una mueca de reproche, buscando una solución al problema. La idea se le
vino como caída del cielo mientras me tendía su mano- ¿Vienes conmigo? Quiero
enseñarte algo muy especial- Sonrió dulcemente esperando que aceptase.
Eithan: Al ver como mi madre, mi heroína, espantaba al señor de cara fea mi expresión
se relajó y una sonrisa traviesa apareció en mi rostro.
-Estaba rescatando a la princesa.- Dije flojito, para que solo ella me oyese. Levanté la
cabeza para mirar a los ojos de la mujer que me dio a luz, cuando me ofreció se dulce
mano y sin pensármelo, guardé mi pequeña figurita en mi bolsillo y le entregué mi
mano para que me guiase hasta aquella cosa tan especial.
Lena: Una risa suave salió de sus labios al oír la explicación de su pequeño niño.
Negó con la cabeza aunque revolvió mi castaño pelo, que se le antojaba perfecto entre
sus dedos. Para mi madre yo me parecía más a ella física y mentalmente, algo de lo
que se sentía especialmente orgullosa. ¿Quién no estaría orgullosa de un niño como
su hijo? Mi imaginación no conocía límites, algo muy especial en un niño. Desvió
esos pensamientos de su cabeza para concentrarse en mí y en el libro que tenía que
enseñarme. Cogió mi pequeña mano y me guió hasta una pequeña sala a parte, lejos de
señores molestos, donde sacó un pequeño libro viejo, que siempre llevaba con ella y me
lo enseñó.
-Es mi libro favorito desde pequeña Eithan, por eso es especial- Musitó mirando atenta
a su hijo, queriendo ver mi reacción ante un libro tan importante para ella como era
aquel.
Eithan: Nunca me había interesado mucho por los libros, siempre había preferido
inventarme mis propias historias a tener que leerlas, pero aquel libro consiguió
llamarme la atención. Me acerqué mas, intentando leer el título pero aún me costaba
leer, por lo que mi curiosidad se vio frustrada. Fruncí el ceño antes de elevar la vista
hasta mi madre.
-¿Como se llama tu libro, mami?
Lena: Las comisuras de sus labios se elevaron, divertida por mis esfuerzos. Dejó que lo
intentase hasta que le pregunté, momento en el cual me señaló cada palabra del título a
la vez que lo iba diciendo.
- “Las Mil y una Historias” Eithan. Es un libro muy especial con muchas historias, con
algo distinto a las que has oído hasta ahora…- Introdujo con misterio para fomentar mi
imaginación y mi incertidumbre.
Eithan: Mis ojos se abrieron expectantes. Podía notar como ese misterio se metía en mí
y avivaba mi intriga, aumentando su intensidad.
- ¿Por qué es algo distinto? ¿Qué lo hace distinto? ¡Si parece un libro normal!- Las
preguntas salieron atropelladas de mi boca por el misterio escondido tras sus palabras.
Era un niño y como niño la curiosidad siempre nos puede más.
Lena: Había logrado su objetivo, a su hijo le consumía la curiosidad por saber que
escondía el libro, igual que a ella de pequeña.
- Ahora lo verás- Abrió el libro ante mis ojos, para que viese como las letras iban
apareciendo ante nuestros ojos, en páginas que parecían estar en blanco. Sin dar tiempo
a preguntas su voz comenzó a entonar la historia que en aquél maravilloso libro se
contenía. Su voz, pausada y femenina revelaba el contenido de las páginas mientras sus
ojos recorrían las líneas de valor incalculable para ella.
Eithan: Hice todo lo que pude para escalar por sus delgadas piernas y poder sentarme
en su regazo, para así ver mejor el contenido de aquel mágico libro que me tenía tan
cautivado. Escuché la serena voz de mi madre cuando leía, esa voz que era el mejor
calmante para mis pesadillas de noche y mis llantos de día, esa voz que me daba paz y
me llenaba de tranquilidad, que tenía el secreto para todos mis males. Intenté seguir las
letras que iban apareciendo con mi mirada pero muchas veces me quedaba atrás y me
las saltaba para no perderme nada de aquella fabulosa historia que mi madre me narraba
y que me tenía tan entusiasmado.
Lena: Ayudó a su hijo a subir a su regazo, abriendo bien el libro para que yo lo pudiese
ver bien, transmitiéndome su amor por la lectura. Quería que yo me interesase, al menos
por aquél libro. Su voz continuaba narrando la historia hasta que esta terminó, momento
en el cual me miró - ¿Te ha gustado Eithan?- Preguntó feliz.
Eithan: Puse mi pequeño y rechoncho dedo sobre las gastadas páginas del libro, para
seguir así la lectura, haciéndole saber que no estaba perdido. Una gran y radiante
sonrisa, que iluminaba mis ojos verdes apareció al escuchar el bello final de aquella
historia salir de sus labios.
- ¡Si! Me ha encantado mami.- Me giré rápido para mirarla ilusionado y ver así la
felicidad que reflejaba su rostro.- Me gusta este libro.
Lena: Su sonrisa se ensanchó al escuchar la ilusión de mi voz. Sus labios dejaron un
suave beso en mi pelo, que estaba debajo de su barbilla en aquel momento.
- Entonces ahora te gustará aún más- Avisó antes de cerrar el libro para volver a abrirlo.
Cuando lo hizo, la historia que contenía el libro cambió, siendo distinta a la anterior
mientras fingió estar sorprendida- ¡Mira Eithan!- Me animó emocionada.
Eithan: Cerré los ojitos al notar ese dulce beso maternal sobre mi cabellera. Los volví
a abrir al escuchar la exclamación de mi madre y una risa jovial inundó la sala hasta
entonces en silencio, al ver como la historia cambió ante mis ojos a otra distinta.
- ¡Mami! ¡Mami! ¡Es magia!.- Dije emocionado, señalando las nuevas palabras que iban
apareciendo en el libro.
Lena: Puso su mano sobre la mía con cariño para señalar las palabras que aún se
estaban formando para que yo lo observase todo, todo lo que algún día podría ser capaz
de hacer. Jamás se había planteado que yo no fuese mago, ser mortífaga se lo impedía
sobre todo por el miedo a lo que podría pasar.
-¿Vas a querer leer más? Te lo iba a dejar, de hecho, a partir de ahora es tuyo Eithan,
para que siempre recuerdes la magia de los libros la cual reside en poder transportarte a
otros sitios y hacerte vivir millones de aventuras- Musitó, la voz llena de la pasión que
despertaban en ella los libros.
Eithan: Me gustaba sentir el tacto de mi madre, ese tacto lleno de cariño, calor y amor
que solo puede dar una madre. Giré mi piernecitas sobre su regazo para quedar de cara a
ella, con una expresión en forma de ”O” en mi pequeña boca al escuchar sus palabras.
- ¿Seguro mami? ¿Y si lo rompo? O-o lo pierdo…- Miré con temor a sus ojos. El libro
parecía tan frágil… Y tenía un gran valor para ella.
Lena: Ella suspiró ante mis palabras antes de sonreírme con cariño para luego
acariciarme la mejilla y tranquilizarme
-Eithan… Lo harás bien, estoy segura de ello y le tendrás tanto aprecio como yo-
Susurró poniendo el libro en mis pequeñas manos- Ahora es tuyo, cuídalo bien, cariño-
Mi mejilla de infante, que reflejaba mi inocencia y la ternura de los niños. Sinceramente
pensaba que yo lo cuidaría bien, ella lo sabía sin saber por qué.
Eithan: Escuché las tranquilizadoras palabras susurradas de mi madre, y con cuidado y
miedo agarré el pequeño libro que igualmente se me antojaba grande en mis pequeñas
manos.
- Gracias, mami… Lo cuidaré bien por ti.- Levanté mi rostro del objeto para mirarla,
en el intento de una sonrisa.- Yo también tengo algo para ti.- Dejé el libro sobre mis
piernecitas y saqué de mi bolsillo la figurilla del fiero dragón con el que antes jugaba.-
Toma. Es un dragón bueno que cuida de las princesas y como tú eres una reina, a ti te
cuidará mejor- Expliqué, entregándote mi más preciado juguete.
Lena: Con mi promesa le bastaba, ella sabía que yo lo haría. Observa con curiosidad
que es lo que tengo para ella hasta que vio como saqué mi dragón, mi juguete favorito.
El intercambio era justo, mi objeto más preciado por el suyo. Cogió el dragón con
cuidado, sabiendo lo que significa para mí.
- Ohh, Eithan…- Consiguió decir ya que un nudo se había formado en su garganta
mientras la emoción amenazaba con humedecer sus ojos, lo cual evita- Es… El mejor
regalo que me han hecho nunca. Lo cuidaré como si fueses tú- Sus ojos se posan en mi
mirada verde, como la suya- Anda, ve a leer- Posó sus labios en mi mejilla en un último
gesto, ya que debía volver a trabajar.
Eithan: Yo sé que sí mami.- Respondí a su promesa, a la vez que acariciaba su cara con
mis pequeñas manitas. Acto seguido me bajé de su regazo para ir a leer el mágico libro,
pero una duda me surgió al pensar en el dragón y la protección. Me volví a girar algo
tímido para mirarla.
-Mami… Tu siempre estarás conmigo, ¿Verdad?- Sabía su respuesta, pero el miedo me
invadió momentáneamente y necesitaba escucharlo de sus labios.
Lena: Ella se levantó también y estaba dispuesta a irse cuando escuchó mi pregunta. Se
giró y si ninguna duda respondió.
-Claro que sí Eithan, siempre- Al fin y al cabo, ¿qué podría separarla de mí? Nada ni
nadie podría. Con una última sonrisa volvió a la mesa para trabajar, aunque de mejor
humor y algo emocionada aún.
Eithan: Al escuchar su respuesta asentí sonriendo y me giré con el libro en mis manos,
en busca de algún lugar tranquilo para empezar mi vida como nuevo lector. Ella iba
a estar siempre a mi lado, no había nada que temer. Me cuidaría como ese dragón
la cuidaría a ella, como yo lo haría cuando ella me necesitase, porque era mi madre,
aquella persona que me dio la vida y me la seguirá dando cada día. Porque era la mejor
madre de todas.
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